El suelo aún se encontraba mojado y sus zapatillas rojas estaban ahí nomás como buques sumergidos, perdidos entre islas lejanas. Había llovido muchísimo. “Vos sabés, yo lo sé..” sonaba en la radio prendida hacía ya dos días completos. En ese momento no le importaban los gatos con la luz, no le importaba el alquiler no pago. El sol de las cuatro empezaba a alcanzar a su pierna izquierda, ya se podría sentir el calor. Capaz que el teléfono sonaría en unas cuantas horas o minutos; alguien estaría buscándola para pedirle alguna ayuda, y no al revés. Corrió su mano por el pelo. Lo odiaba casi siempre. Pero por lo menos a veces le servía para colgar cosas, para colgarle accesorios manteniéndola más joven o feliz. La otra mano la corrió por sus labios; sí había algún fluido, resultado de un sueño profundo. Los ojos ahora sí se abrieran. La mirada hacia arriba podía ya contemplar toda la habitación y por ello tuvo que volver a cerrarlos. Había mucha cosa allí que no merecía una rápida mirada siquiera. Pero mirar hacia adentro era peor. Así que, volviendo a abrirlos, recorriéndolos por el techo, sus ojos se pararan en un rincón con una telaraña azul que no parecía estar ahí cuando ella se ha acostado recién arrancaba la lluvia. Dos días de mucho agua. “Alimentándome de los..” era el único trozo de letra que podía entender de la actual canción de la radio todavía prendida aún que le empezaba a molestar. Pensaba en comer algo, pensaba en seguir acostada forzándose un poco más de sueño, hacía algunos cálculos quizá planteándose un viaje corto.. Además recién ahora le daba asco no sólo la sábana completamente aplastada y sucia sino que su propia piel y pelo. Algún pensamiento acerca de su padre también se le ocurrió a la vez; recién se había despertado y ya tenía muchos datos y sensaciones para manejarse. El calor en su inmóvil pierna izquierda ya se hacía fuerte y aparte ya alcanzaba la rodilla yéndose por más. Igual no la ha movido para nada. Tampoco ha movido sus ojos que todavía miraban la telaraña azul buscando ya sea su patrón geométrico o su artista, la araña. Ya podía incluso darle a ésta un nombre de alguna nena que haya conocido y por la cual se haya encantado. Había sido dos días realmente re húmedos. En algún momento sí tendría que cobrar fuerzas para levantarse y colgar o exponer tantas, pero tantas, cosas bajo el sol: ropas, mochila, billetes chicos, su rostro y piel. Libros y por supuesto sus zapatillas ahora aún más o menos rojas por el agua. No había mucho que hacer en este estado; la verdad es que no había nada. Tal vez cobrando el cielo y sus ojos conciencia de ello, ya se podría escuchar pequeños y finos ruidos desde afuera y desde la cama, como si muchas cositas chicas estuviesen cayéndose y luego chocándose con algo. ¿Serían gotas de lluvia, serían lágrimas? Un rato más y por lo menos ya se podía certificarse, por la humedad, por los truenos, por el suelo, que sí había vuelto la lluvia. Ahora aún más fuerte que antes. Se extendería ahora por más que dos días.
jueves, abril 19, 2007
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